Supervivencia de una artífice del cambio: Sylvia Rivera
Sylvia Rivera (1951-2002) fue una activista pionera y figura fundamental del movimiento LGBTQ+ moderno. Rivera, de ascendencia venezolana y puertorriqueña, nació en la Ciudad de Nueva York y enfrentó una crianza sumamente difícil. Su padre abandonó a la familia y su madre se suicidó cuando solo tenía tres años. Fue criada por su abuela, pero se fue de la casa con apenas diez u once años de edad. Rivera vivió en las calles y se vio forzada al trabajo sexual en el área de Times Square de la Ciudad de Nueva York para sobrevivir.
El legado de Rivera se vincula más con su activismo y su lucha por los derechos de las personas transgénero, así como sus esfuerzos en general dentro de la comunidad LGBTQ+. A menudo se le atribuye una participación clave en la Revuelta de Stonewall de 1969, provocada por una redada policial en el Stonewall Inn, un bar gay del barrio de Greenwich Village de la Ciudad de Nueva York. Si bien su presencia en la revuelta ha sido un caso de debate histórico, el activismo de Rivera tras esos eventos fue indiscutible y fundamental para movilizar a las comunidades de personas transgénero y queer por la igualdad de derechos.
Junto con su amiga cercana Marsha P. Johnson, otra activista transgénero destacada, Rivera cofundó la Acción travesti callejera revolucionaria (STAR) en 1970. La STAR fue revolucionaria, y brindaba vivienda y apoyo para la juventud queer y personas transgénero sin hogar, y marcó una de las primeras iniciativas de este tipo. A través de STAR, Rivera y Johnson buscaron abordar las necesidades inmediatas de su comunidad al proporcionar refugio y una forma de familia elegida para aquellas personas rechazadas por la sociedad.
El activismo de Rivera se extendió más allá de STAR. Estuvo profundamente involucrada en la defensa de la Alianza de activistas homosexuales (GAA) y participó en numerosas manifestaciones y acciones políticas para garantizar los derechos y las protecciones para las personas LGBTQ+. Sin embargo, Rivera a menudo estuvo en desacuerdo con la corriente principal del movimiento por los derechos de personas gay, ya que consideraba que dejaba de lado las necesidades y realidades de las personas transgénero, y de quienes viven en los márgenes de la sociedad.
Durante toda su vida, Rivera luchó incansablemente contra la exclusión de personas transgénero de la legislación contra la discriminación por la orientación sexual. Alzó su voz contra un movimiento que buscaba distanciarse de los elementos más radicales representados por personas como ella y Johnson. El activismo de Rivera no se enfocaba solo en los derechos, sino en la supervivencia, ya que abogó por los más vulnerables dentro de la comunidad LGBTQ+, incluidos jóvenes sin hogar, trabajadores sexuales y personas transgénero de color.
El aporte de Rivera no recibió el reconocimiento que merecía durante su vida y tuvo que enfrentar obstáculos significativos, incluidos periodos de indigencia y violencia. No obstante, su resiliencia y lucha implacable dejó una marca indeleble en el movimiento LGBTQ+. En los últimos años de su vida, Rivera fue destacada por una nueva generación de activistas y presenció el resurgimiento del interés en su obra y en los aspectos más generales que enfrenta la comunidad transgénero.
Sylvia Rivera falleció en 2002, pero su legado sigue vivo. A partir de la década del noventa, Rivera fue reconocida como figura clave en el movimiento LGBTQ+. Ahora es recordada como una pionera que amplió el alcance del movimiento LGBTQ+ para incluir voces que habían sido marginadas o silenciadas. Rivera tuvo homenajes póstumos con calles que llevan su nombre, representaciones en teatro y cine, reconocimientos académicos, y diversos monumentos y conmemoraciones que reconocen su contribución a la justicia social y los derechos LGBTQ+. Su historia es testimonio del poder de la resiliencia, el impacto del activismo de base y la lucha duradera por la justicia y la igualdad.